Cuando su caballo se escapó su vecino se compadeció de él pero la única respuesta que recibió, fue: “¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?” Al día siguiente, el caballo regreso con una manada de caballos salvajes a los que se había unido. En esta ocasión el vecino le felicitó por su inesperada suerte pero la respuesta fue la misma que antes: “¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?” También en esta ocasión nuestro granjero acertó porque al día siguiente su hijo se rompió una pierna al tratar de montar uno de los caballos salvajes. El vecino le mostró ahora su condolencia y por tercera vez escucho la misma respuesta: “¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?” y una vez más sus palabras fueron acertadas porque al amanecer llegaron soldados reclutando gente para el ejército pero su hijo se salvo a causa de su lesión.