Tao

EKAITZA

 

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Sucedió una vez, en una casa que se encontraba bajo la montaña.

 

Había una niña a la que su madre le puso el nombre de Ekaitza, que significa tormenta. Ella no entendía porque le habían puesto ese nombre, ya que las tormentas le daban mucho miedo.

 

Un día mientras caminaba por el bosque escuchó a unos árboles que no sabían hablar en el idioma de los hombres pero que susurraban al viento. Sssssssiii….. Sssssssuu Ssssssaa Ssssssee…Estaban hablando allí arriba donde las hojas tocaban el sol con sus hojas más altas, ya que el viento tenía prohibida la entrada en el bosque bajo.

 

Y decían que habían oído al eco:  eco,eco,eco,cccccccooo, que venía una tormenta. Ekaitza corrió rápidamente a las afueras del bosque donde podría oír al eco frente a la montaña.

 

Al Eco que le gustaba mucho jugar, le enseño el juego de los nombres. Un sistema infalible para saber cuando llega una tormenta.

 

– Es muy sencillo, verás: solo tienes que meter la mano en el bolsillo y apretar con fuerza. Ahora sácala muy rápido y ábrela más rápido.

 

Y zásss, Zissss, Zassss… salió un rayo de su mano.

 

– Ahora corre a buscar refugio y párate cuando oigas al trueno: ratapum, ratapum, ratapum…

 

Muy bien. Ahora vuelve a soltar un rayo y mientras corres repite tu nombre como si fueras tú el Eco.

 

 

 

– Zass, Zisss, Zasss…..  Ekaitza, Ekaitza, Ekaitza, tza, tzaaa…

 

 

 

– Bien, otra vez: Preparada…! Lista… Ya…!

 

Ekaitza soltó el rayo que se escondía en su bolsillo y contó hasta 8 veces su nombre antes de oir al trueno. El Eco le explicó que eso quería decir que la tormenta estaba lejos.

 

Solo, si en el tiempo que pasaba entre ver el rayo y oir al trueno, podía decir una sola vez su nombre, quería decir que la tormenta estaba muy cerca y era peligroso.

 

Ekaitza se fue muy contenta a su casa porque ahora sabía cuando tenía que buscar refugio en una tormenta y cuanto tiempo tenía, aunque todavía le preocupaba que en su bolsillo se escondieran tantos rayos y tormentas.

 

 

 

Menos mal que su madre le explicó después, que  los rayos no siempre se esconden en los bolsillos y salen por las manos.  Muchas veces, cuando las gotas de la lluvia tin, tintin, tintinean canciones, las nubes se ponen tan contentas que sonríen y se les escapan los rayos escondidos y luego los truenos tienen que ir a buscar a sus hermanos para que vuelvan al cielo. Por eso sabemos que después de un rayo siempre viene un trueno a buscarle. Si vemos caer un rayo podemos correr en dirección contraria y podremos encontrarnos con un trueno  que redobla en la tierra saliendo a buscar a su hermano.