Un portal en el camino, allá donde se juntan los destinos.
Una acción. Un valor. La magia de la expresión. Una puerta abierta a la creación. Un movimiento, una expresión. Un encuentro de puertas que se abren.
Vuestra presencia unida al espíritu de la creación ha llegado y ha creado una semilla y esa semilla no es diferente aquí que allá. No es más fuerte aquí que allá.
Esa semilla no pertenece a un lugar de fantasía o deseo.
Esa semilla es el sustento de una actitud, de un valor. Abrirse.
Aquí nos hemos reunido, sí. Una puerta se ha abierto en el camino. Cuando llegues a tu casa, encontrarás otra puerta. Infinitas puertas que se juntan en una sola puerta. Tu eres la puerta, tu eres el camino. El camino es la creación, el camino es el movimiento.
Incluso aunque permanezcas inmóvil no dejarás de ser una columna, un tendón, un músculo, una vibración que nos permite caminar a los demás, que permite expresarse al universo.
Cada una de tus acciones te llevan a un encuentro con el camino y no olvides que el camino eres tu, soy yo, es el universo.
Tu trabajo es el camino, tu familia es el camino, la naturaleza es el camino.
Todos somos uno. Siendo todos uno , somos iguales. Siendo todos únicos, somos todos diferentes.
Todos podemos abrir y cerrar una puerta. Que no es lo mismo que derribarla.
Abrir una puerta es la creación, es la ilusión, es el compartir, es el respeto hacia uno mismo, al otro y al universo.
Cerrar la puerta, es la calma, la espera, la paciencia hasta sentirse preparado.
Una expiración cierra la puerta.
Una inspiración abre la puerta.
Dudar es cerrar la puerta. Cuando dudes, inspira y escucha. Expira y toca la puerta suavemente.
Si decides abrir la puerta , recuerda que la puerta eres tu, que al otro lado estás tu. No hace falta que hagas nada extraordinario. Sólo respira y deja que tus pies caminen hacia el encuentro o hacia el desencuentro.
No dejes por ello de seguir abriendo puertas.
¿De que estoy hablando?
Sencillamente del agradecimiento a cada inspiración, a cada expiración.
Mi acción posible gracias al panadero, al informático, al oficinista, al cuentista…, sea hombre o mujer, es lo mismo.
Es el consejo egoísta de este libro de encuentros que agradece la acción de aquellos que creen no hacer nada digno de valor cuando su valor más grande, es ser el sustento del ser humano y sus sociedades.
Y en palabras de Tic Nhat Hanh transcribo su cuento: “Mira y verás” que expresa el valor de cada uno en su máxima expresión.
MIRA, Y VERÁS
Si eres poeta, verás con claridad que hay una nube flotando en esta hoja de papel. Sin una nube, no hay lluvia; sin lluvia, los árboles no pueden crecer, y sin árboles no se puede hacer papel.
Si miramos aún más profundamente esta hoja de papel, podemos ver en ella el brillo del sol. Si la luz del sol no está ahí, el bosque no puede crecer. En realidad nada puede crecer. Ni siquiera nosotros podríamos crecer sin el sol.
Y si seguimos mirando, podemos ver al leñador que cortó el árbol y lo llevó al molino para ser transformado en papel. Y vemos el trigo. Sabemos que el leñador no puede existir sin su pan de todos los días y, por tanto, el trigo que se convirtió en su pan también está en esta hoja de papel. Y la madre y el padre del leñador también están ahí.
Dando un paso más, podemos ver que también nosotros estamos en ella. Esto no es tan difícil porque, cuando miramos la hoja de papel, ella es parte de nuestra percepción. Tu mente está en ella. Y la mía también. No hay nada que no puedas incluir: el tiempo, el espacio, la tierra, la lluvia, los minerales del suelo, el sol, la nube, el río, el calor. Todo coexiste en esta hoja de papel: no estamos aislados. Esta hoja de papel es porque todo lo demás es. Este papel, tan finito, contiene en sí todo el universo.
Tic Nhat Hanh
extracto de «Encuentros»
Bakthe