En una era ya lejana, en un lugar recóndito del planeta, Txan, un niño recién nacido fue abandonado al pie de la gran torre que encierra todos los secretos y conocimientos de la sabiduría que han experimentado todos los seres que habitan el planeta desde su nacimiento. La torre estába habitada por un gran sabio que cuida del transcurrir tranquilo del planeta y de transmitir generación tras generación el ciclo de la vida y su equlibrio.
Según los designios del firmamento, Txan estába destinado a suceder al gran sabio. Txan fue elegido antes de nacer y fue durante su gestación que sucedió que por primera vez en la historia de la humanidad el gran sabio murió en un desgraciado accidente.
Nadie supo de esta desgracia y por ello como la tradición indicaba Txan fue abandonado en la puerta con la creencia de que el gran sabio lo recogería. Sólo los destinados podían cruzar la puerta de la gran torre sin morir.
La gran torre era la entrada a un valle secreto donde el gran sabio convivía con la naturaleza guía de todos sus conocimientos y era protegido por esta.
En el centro del valle estaba la sala de reuniones, encima de una pequeña colina. Un cromlech alineado con los solsticios y equinoccios. Principalmente, un lugar diseñado para recibir a los cuatro vientos. Sus mejores consejeros y amigos.
Alguna vez, antes de una reunión los cuatro vientos a la vez, decidían visitarlo en su torre, aunque más que una visita era un corretear curioso por los pasillos y escaleras laberínticas de la torre; para terminar sacándole por los aires zarandeándolo y volteándolo hasta depositarlo en el centro del cromlech suavemente, siempre algo mareado.
Este buen humor era una buena señal. De falta de problemas. Una reunión de cortesía. Siempre alegre excepto por el desbarajuste organizado en las bibliotecas y demás salas siempre difícil de reorganizar. Sus bromas eran tan difíciles de medir como la caricia de un gigante al bebe de un enano.
El viento del Este, Mende; suave tranquilo y bonachón se olvidaba en esos momentos que él era siempre la suave brisa que traía la luz y serenidad del sol por las mañanas.
El viento del Oeste, Eki; fuerte, joven e impetuoso, gozaba enormemente de esta situación. Era el más rápido, acostumbrado como estaba a provocar vendavales y tormentas que todo lo removieran. Hojas, semillas, tierras, aguas… en cualquier estación, cualquier momento era bueno para él.
El viento del sur, Hegoa; poeta , soñador, romántico, siempre encontraba excitantes estos impulsos cortos. Con su cálida llegada tenía fama de enloquecer los espíritus de los demás, provocando las más inverosímiles reacciones.
Y el viento del norte, Ipar; el más anciano de los cuatro. Aunque hacia tiempos que sólo se dedicaba a la meditación. Le gustaban estos momentos para desentumecer esos aires hibernados y cansinos de pensador frío y objetivo habituales en él.
Fueron estos vientos los que en este caso se encargaron de la custodia del bebe y fueron ellos los que alimentaron su mente y le ayudaron en su obligada autoeducación, mientras que algunos animales del valle alimentaron su cuerpo hasta que pudo valerse por si mismo.
———————————— II ————————————–
En el momento en que Txan sólo contaba con 16 años en su experiencia, los astros indicaban que la casa de San Jamás iba a despertar de su letargo.
En esa casa habitaba el espíritu de Crog, un viento demente que en otra era, en la antigüedad fue el hombre viento.
Era un hombre encargado de reunir a los cuatro vientos para que formaran uno sólo. Un viento huracanado, que destruía todo aquello que el hombre hacia mal.
Pero este hombre descubrió que este poder alcanzaba hasta el dominio de los demás seres. Utilizo al viento para adquirir poder y el poder lo volvió loco. Cayo en la locura de someter y dominar.
Cegado por este poder pensó que podría manejar el planeta a su voluntad y que podría hacer del gran sabio su siervo y arrancarle todos sus secretos.
El día que Crog fue a visitar al gran sabio para someterlo no se olvido jamás. El rumbo y la vida del planeta vivió la mayor tensión de todas las eras.
Zoris, el gran sabio recibió a Crog en su torre y ante las amenazas de este, le permitió leer el libro de los vientos, con lo que Crog pasaría a ser el quinto viento, más poderoso y fuerte que cualquiera de los otros cuatro.
Las palabras correctas permitieron al espíritu de Crog salir de su cuerpo y convertirse en el quinto viento.
Fue en ese momento, cuando Crog, recién experimentaba con las nuevas posibilidades de su espíritu, correteando por los pasillos y corredores de la torre, como había visto hacerlo a los otros vientos, cuando Zoris hizo llevar su cuerpo físico a la casa de San Jamás.
Allí pronuncio unas nuevas palabras que durarían hasta que fueran olvidadas, y cuando Crog quiso recuperar su cuerpo humano, se encontró rodeado de cuatro paredes que serían su cárcel para el resto de su vida.
Vida física, ya que allí murió, pero su espíritu viento continuo preso hasta que la era cambio. Ya que al morir el gran sabio, las palabras se olvidaron y comenzó una nueva era.
Crog paso toda una era encerrado en aquella casa y su locura acrecentó por la rabia y sed de venganza acumulada durante todo este tiempo. Cuando se vio por fin libre, arrasó todo a su paso, volviendo la era VI en la era del revés.
Después del primer desfogue, al volver a la casa de san jamás, ahora su hogar, recuerdo cuando era un hombre y recuerdo aun más, el momento fugaz en la gran torre en que podía ser hombre y viento a su antojo. ¡Qué gran poder!… Sin embargo no encontró en sus recuerdos la formula para invadir permanentemente un cuerpo físico que le permitiera gozar de los placeres terrenales. Zoris al encerrarlo en la casa, borró la mayoría de sus recuerdos. Necesitaba la sabiduría del libro de los vientos.
El planeta había cambiado mucho y no fue capaz de encontrar la torre, pero todo era cuestión de tiempo.
——————————-III————————————
Txan era joven y aun no era un gran sabio, pero sentía que debía hacer algo para impedir que Crog saliese de la casa. Por ello con el libro de los vientos bajo el brazo se dirigió a la casa de san Jamás, sin saber que la era ya había cambiado y que Crog estaba fuera. En el camino se encontró poblados asolados, sumidos en la tristeza y la desesperación y aquellos poblados que aun no habían sido arrasados, rezaban porque sus emisarios volvieran con vida. Ya que según contaban los ancianos conocedores de la leyenda de Crog, el quinto viento causante de aquellos daños. No era solo un viento, sino también un hombre. Por eso, habían mandado a sus hombres más fuertes para que lo sometieran, pues según decían las profecías, sólo la muerte de un hombre podría someterlo de nuevo a un encarcelamiento.
Txan perplejo, ante estas noticias , sin una idea clara y concreta siguió hacia la casa confiando que algo ya se le ocurriría en el momento en que lo viese.
A medida que se iba acercando a la casa, todo se hacía más desolador. Cuando se plantó ante ella quedó paralizado, los hombres inertes formaban un pasillo a la entrada, como si de un golpe los hubieran derribado a todos.
¿Qué hombre podría hacer semejante barbaridad? Si buscaba el libro. El lo tenía y se lo daría a cambio de su respeto a la vida del planeta. Txan escondió el libro para poder negociar y con esa determinación entró en la casa, pero ningún hombre había allí, la encontró vacía ¿Qué hacer? Decidió esperar y para ello se instaló en una oscura esquina, en silencio, casi sin respirar, meditando. La solución tendría que esperar. Su estado de quietud era tal que parecía parte integra de la casa.
Una ráfaga de viento invadió el interior de las cuatro paredes y comenzó a maldecir el día que el sabio Zoris le engaño. Era Crog.
En ese moménto, Txan que seguía inmóvil, vio que no existía tal hombre y que Crog era sólo un viento. ¿Por qué no era un hombre viento? Sin alterar su estado una vez superado el sobresalto inicial, al escuchar y observar todos los movimientos de Crog comprendió y descubrió las intenciones de Crog que en su particular lenguaje de los vientos hablaba solo, sin parar. Nadie parecía conocer el paradero de la torre y su mal humor lo descargaba con gritos, maldiciones y conjeturas sobre sus planes. Según había sabido Txan era el gran sabio; pronto daría con él y destruiría y el secreto de los vientos sería nuevamente suyo.
Al día siguiente, cuando Crog salió en busca de la gran torre y su sabio, Txan salió tras él con un plan elaborado: necesitaba contactar con los cuatro vientos.
En el camino vio un promontorio adecuado para convocar a los cuatro vientos. Sentado en cuclillas en lo más alto hizo un círculo con piedras a su alrededor y comenzó a leer el complejo conjunto de silbidos, aullidos y gritos entremezclados con frases y palabras del antiguo idioma de la primera era cuando nació el planeta y todos sus seres.
En un momento, el cielo se cubrió de veloces nubarrones negros que oscurecieron el día. No seguían una dirección concreta, provocando remolinos de nubes que chocaban unos contra otros, Cargando así, todo el espacio de una electricidad especial que hacia que los truenos y relámpagos sonasen y surgiesen entre las nubes sin cesar.
La lluvia hizo su aparición y tras ella diversos rayos cayeron alrededor de Txan. iluminando el `promontorio con destellos cortos e intensos. Txan imperturbable ante el azote del viento, la lluvia y los rayos cayendo a su alrededor, con la vista puesta en el infinito y la mano alzada, elevaba cada vez más su voz hasta que con un grito desgarrador, bajó su brazo apretando su mano extendida, a la vez que su cabeza caía hacia sus pies enroscando todo su cuerpo como una pelota.
Al silencio de Txan postrado, le siguió el silencio de la tormenta y al levantar Txan la mirada, el cielo había cambiado, el rojo de la aurora había sustituido al negro tormentoso y la paz del cielo iluminaba a los cuatro vientos arremolinados alrededor de las rocas que Txan había dispuesto. Esperaban las palabras de este. La consulta fue breve; los cuatro vieron con buenos ojos el plan de Txan y su consecución no planteaba problemas.
Ahora debían irse ya que Crog se aproximaba rápidamente. Los vientos lo presentían y pensaron hacerle frente, pero como bien dijo Txan, no era el momento, debían dispersarse y esperar. Una batalla de los vientos podría destrozar todo el planeta.
——————————-IV—————————————
Crog estaba extrañado, que podía ser aquel resplandor a lo lejos. Aquello le recordaba a la reunión de los vientos que el tan a menudo había convocado en su vida pasada, pero en esta época ellos se guarecían en sus tierras y a no ser que el gran sabio los llamara, no salían para nada, en todo caso el viento del oeste, ya que era su tiempo de jugar.
Una duda se le planteaba cada vez con más fuerza a medida que se acercaba al refulgir: ¿Y si era el gran sabio quien lo provocaba? Era el momento de atacarle.
Cuando llego, todo había cambiado, ya no había rastro de rojas nubes que iluminaran el cielo. Un niño que caminaba por allí, era el único vestigio de actividad que existía. Buscaría en su mente por si acaso.
Al aproximarse al niño, de súbito, alguien se interpuso en su camino. ¿Quién…? ¿…era capaz de…? Era el estúpido viento del oeste Eki; había atrapado al niño en su corretear y lo había arrastrado colina abajo alejándolo. El niño no le importaba , pero estaría bien dar un escarmiento a Eki, este joven impetuoso, para que tuviera noticias del que iba a erigirse muy pronto como su caudillo.
Cuando se disponía a comenzar la pelea, un golpe de frío viento, Ipar, le desplazó y le dejó aturdido ¿Cómo podía haber aparecido aquel insignificante vientecillo tan de repente? Algo raro había sucedido, debía pensar. Presentía que algo se le escapaba de las manos. La aurora en pleno mediodía, un niño feliz tras una tormenta, el viento incomprensiblemente rápido y frío. Debía encontrar la torre y rápido. No tardo mucho tiempo, tan solo dos días más le bastaron para encontrarla allí, sumergida entre el laberinto de montañas que la ocultaban.
Allí estaba el viejo sabio paseando por el valle. Para su pesar estaba rodeado de los cuatro vientos que se arremolinaban junto a él, se alejaban y se acercaban jugueteando. Hasta el viejo viento del norte, Ipar se dedicaba a estos estúpidos juegos. Agazapado tras un monolito, Crog esperaba el momento en que los cuatro a la vez se separaran de él sólo un momento. Con un instante le bastaría para apoderarse de su cuerpo. Una vez empezado el proceso no le podrían detener y una vez terminado estarían bajo su poder.
Por fin, el anciano se detuvo y los cuatro vientos se separaron. Crog no lo dudó y se abalanzó sobre él. El anciano que se encontraba con los ojos cerrados, los abrió de pronto y una mirada de terror y de impotencia se apoderó de él. Crog acababa de darse cuenta de que aquel cuerpo no tenía vida. El cuerpo sin vida que había sido movido por los cuatro vientos como si de una marioneta se tratara, se convulsionaba fuertemente por la desesperación de Grog que viéndose preso en aquel cuerpo, hacía sus últimos y grandes esfuerzos por salir.
Así fue como Crog volvió a caer preso en la nueva casa de San Jamás donde el cuerpo que lo mantendría preso hasta su desintegración, fue trasladado.