Tao

Primer encuentro

Tengo 32 años y hace 21 días que voy caminando entre 6 y 8 horas al día. Estoy rodeado de compañeros y sin embargo parece que estoy sólo.

El frío y el viento me acompañan. Al principio era más fácil seguir en el juego con los compañeros de viaje, pero la altura poco a poco nos ha ido aislando. La cabeza gacha y la vista fija en la siguiente huella en la nieve. A cada poco, una parada para descansar y levantar la  mirada. La verdad es que no me siento cansado, sin embargo me cuesta respirar .A 5.000 metros el oxigeno escasea como ya se sabe. Lo que no me explicaron era este aislamiento que te mete dentro. Hace ya algunos días que he agotado la mayoría de mis pensamientos. Ahora canto e improviso versos o algo parecido a poesías mientras camino.

Es justo en este momento cuando me encuentro con otro alpinista que baja de la cima. Parece que viene a mi encuentro. Me saluda como si me conociera de toda la vida y con esa confianza de quien sabe más de ti, que tu mismo, me dice: – ¿Qué haces aquí? La respuesta es evidente para mi: – lo que me gusta, subir esta montaña, no lo ves.

–       Ya, y que haces allí, me responde.

–       ¿Allí, donde?

–        En casa.

Me quedo mudo. Perplejo. No me gusta la respuesta. “Lo que a los demás les gusta”.

El viento amaina y la nieve en polvo que me ciega me da un respiro. Levanto la mirada con mil preguntas para el desconocido. El sol ha despejado la visión  y la niebla. No hay nadie a la vista. ¿Un delirio?  No. Mi primer encuentro conmigo mismo.

Extracto del libro «Encuentros»  de Bakthe