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Ciudad Plantel

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CIUDAD PLANTEL

Cuando  en Invierno, a “Ciudad Plantel” se la observaba desde las cimas de la sierra Saurius, aparecía como una extensa estepa verde, salpicada de pequeños bosques, y pirámides escalonadas, como colinas en su centro. Atravesada por reflejos de oro y plata que eran sus ríos y lagos, alimentándose de sol y luna.

Estaba rodeada de un anillo verde de musgos que tenían millones de años. Estos atraían un densa nube de nieblas y brumas que protegían, ocultaban y hacían de la ciudad un lugar invisible.

Además la historia y la ignorancia habían hecho que Ciudad Plantel se considerará un mito inexistente, ya que muchos viajeros daban testimonio de que la ciudad aparecía y desaparecía de los lugares en los que se la veía. Esto era debido a que Ciudad Plantel estaba viva y se desplazaba lentamente por la tierra. En previsión de los ciclos glaciares del planeta. Era una ciudad transhumante. La única que había sobrevivido desde el principio de los tiempos y a través de las eras glaciales.

El señor Abedul  Siberia, había sido uno de los primeros repobladores de las tierras del norte cuando termino la última era glacial.

Volvía de un largo viaje de tierras del sur, y aunque siempre le resultaba agradable volver a su ciudad natal en el ecuador, añoraba sus tierras norteñas de inviernos fríos y blancos.

A fin de cuentas, en ciudad plantel solo había nacido. Fue el retoño más joven de la repoblación. Tuvo mucha suerte de sobrevivir a los primeros años cuando la glaciación se resistía a retirarse. A las glaciaciones siempre les daba miedo comenzar una nueva etapa, siempre querían seguir meditando, estudiando. Congeladas. Les daba miedo crecer y por eso se resistían  al sol y su sabiduría. Los primeros años de luz eran difíciles para los habitantes que habían sobrevivido al frío.

La vida de Ciudad Plantel era precisamente la de hacer de puente entre las eras glaciales y las secas.

En Ciudad Plantel se conservaban todas las semillas del mundo y en Ciudad Plantel vivían todos aquellos que amaban la vida por encima de todo interés propio.

Los más ancianos y los primeros, eran los 8 árboles millonarios: “CHEN, SUN, LI, KUN,TUI, C’HIEN, K’AN, KEN”

Le resultaba difícil creer que un señor del Fuego en el Sur, estuviera dispuesto a llevar a la oscuridad al planeta.

Pero lo había visto con sus propios ojos. El rey Tizón de fuego estaba eliminando todos los colores del planeta Cromado para igualar todo con el negro de su linaje.

Tenía que avisar a los 8 árboles.

Cuando entró en Ciudad Plantel todo seguía igual. Primero cruzó por el tapiz cálido, húmedo y esponjoso del anillo de musgos y líquenes donde trabajaban sin parar todos los minúsculos hombrecillos verdes. A sus habitantes no les gustaba nada que les llamaran hombrecillos, ya que consideraban que no tenían nada que ver con esa especie de barbaros ignorantes. Siempre aludían a sus antenas para diferenciarse de los hombres. Los geométricos que así se llamaban en realidad, se parecían mucho más a los insectos y con sus antenas eran capaces de sintonizar con el sol, las estrellas y la luna. Gracias a las formas y geometría de sus cuerpos hacían de antenas receptoras y podían llevar  su calor y su energía a lo más profundo de la tierra. Había que andar con mucho cuidado para no pisarlos. Por suerte eran bastante elásticos y si en un descuido se pisaba alguno, solo recibías una pequeña descarga eléctrica que te sacudía como los rayos de caramelo que caían en otoño.

Al terminar de atravesar el anillo de musgo, te recibían los bosques coloreados. Estos podían percibir tus emociones y cambiaban de color indicando a los guardianes si llegabas con buenas o malas intenciones.

A los guardianes era mejor saludarlos de lejos. Eran los árboles más rápidos y espinosos de la ciudad. Como los árboles nunca han sido rápidos por naturaleza, estos se dejaban caer y con un efecto dominó antes de un suspiro te habían rodeado en una cárcel de espinos que te agujereaban dejándote solo el espacio justo para respirar.

Una vez dentro, el señor Abedul Siberia se tomo su tiempo antes de ir a ver a los 8 ancianos.

Saludo a los Ciervojardineros de agricultura y movimiento, a los pájarorecolectores de sanidad y prevención de riesgos, a las abejassembradoras de festejos y cultura, a los topoconstructores de tuneles y caminos, en definitiva saludo a todo el mundo y ofreció su ayuda a todo el que la necesitó. Finalmente para recobrar las fuerzas paró en colinareposo y allí pudo darse una ducha de polen dorado que le hizo estornudar de alegría, bebió un coctel de savia que el viejo Olivo Aceituna, el más anciano de los alquimistas, le preparó. Necesitó un buen masaje de las hormigaspintadoras, ya que en su viaje al sur, el hollín y negro de los tizones, habían oscurecido mucho sus hojas y no podía entrar al recinto sagrado de los 8 árboles, sucio. Ni de mente, ni de cuerpo. Debía entrar en paz si quería comunicarse con ellos, transmitirles su mensaje y recibir su consejo.

Cuando entró en el círculo de luz verde, necesitó respirar profundamente unos minutos para poder ver a los ancianos que ya eran la mínima expresión de la materia y sus contornos arbóreos, apenas eran perceptibles en el fondo verde de luz.

El Espino ”Chen”, el Sauco ”Sun”, el roble “Li”, el Baobab “Kun”, el Ginko “Tui”, el Cedro ”C’hien”, el Tejo “k’an”, el Alerce “Ken”, le dieron la bienvenida escucharon sus noticias  y comenzaron a difundir un  mensaje de advertencia.

A través de sus raíces, el mensaje llegó a todos los rincones del planeta Cromado, pero ya era tarde, el fuego había corrido más ligero y rápido que los pies cansados de Abedul Siberia. El verde había desaparecido del planeta, sólo quedaba el castillo de lápices de colores, luchando su última batalla.

A ciudad Plantel le había salvado el secreto de su emplazamiento, pero pronto el rey Tizón de fuego podría ver la luz verde de ciudad Plantel resaltando en el negro.

En ciudad Plantel debían prepararse para la lucha y estaban solos.

Abedul Siberia salió del círculo preocupado. Liberar a Caña de Bambú era una medida muy peligrosa. Un bosque de abedules alrededor del anillo era una gran defensa. Gracias al plantel de semillas con más de siete años madurando, podían formar una muralla de crecimiento rápido tan verde, que ni el mayor de los incendios podría atravesar sin ahogarse.

Pero de todos era conocido que el bambú libre, extiende sus raíces invadiéndolo todo. Dependiendo de la intensidad del fuego en el exterior el bambú podría extenderse hacia el interior y exterminar Ciudad plantel. Los guardianes nada podrían hacer ya que el bambú avanza bajo tierra hasta que siete años después emerge en 7 días para alcanzar la altura de un árbol maduro.

Abedul Siberia recordaba esos negros pensamientos siete años después. Los incendios no habían cesado y sus temores se habían cumplido. Ya solo le quedaba confiar en la sabiduría de los 8 árboles quienes le recordaron que las plantas no luchan como lo hacen los hombres. Las plantas son compasivas,  son observadoras y  servidoras de la vida. Si para vivir había que morir, no sería la primera vez – dijeron. La tierra siempre sería su aliada. El fuego necesita combustible. Tarde o temprano si lo quema todo, acaba apagándose y de las cenizas un nuevo planeta verde saldría a la luz.

Una mañana, Abedul Siberia se despertó extrañado, pues la luz llegaba distinta. Entre las nubes un arcoíris comenzó a formarse y cabalgando llegaron el señor Caballete tres Patas y la señora Pincel Bigotes de Marta. Los enviaba la anciana Iris. Tizón de fuego retiraba sus maquinas y tropas de guerra y desde castillo lápices de colores estaban enviando emisarios por todo el planeta para recuperar el color.

Abedul Siberia se alegro por el fin de la guerra de colores pero se entristeció porque era tarde para ciudad Plantel. Los brotes de Caña de bambú comenzaban a invadirlo todo. En 7 días todo estaría perdido.

¿No es ésta una ciudad transhumante? Dijeron el señor y señora  Tres Patas y Bigotes de Marta, que eran un matrimonio muy bien avenido. Matriculados los dos en arquitectura de colores, con excelentes obras de arte.

En dos días construiremos un puente de color esperanza sobre el bosque de Bambú. Vayan preparando las maletas.

Y desde entonces, los caminantes confunden Ciudad Plantel con el bosque de bambú alrededor del cual se mueve para contenerlo, ya que Caña de Bambú a pesar de tener un espíritu luminoso, tiene poca memoria pues es muy joven y por ser demasiado servicial, si no se le pone freno, acabaría invadiéndolo todo de verde y cometería el mismo error del rey Tizón de fuego.

Pero la historia de la guerra de colores y del rey Tizón de fuego son otras historias que tendrán que ser contadas otro día, a luz de otra hoguera.