La banda del cangrejo vivía en un pequeño pueblo costero de un lejano país: La india.
Eran 9 cangrejos y cangrejas: Yule, Irune, Maider,Mikel,. Ander, Irati, Maialen, Sua y Aritz.
Y vivían cada uno en sus casas de piedra y mar con todos sus parientes de padres, madres, abuelos, tíos, primos, hermanas.
A la banda del cangrejo les gustaba la música y bailar. Todos los lunes se juntaban en la playa y con la cangreja mayor convertían la música en una fiesta.
Construían túneles y toboganes y castillos y laberintos en la arena. La cangrejo mayor, a veces los dirigía con una batuta en sus pinzas, otras utilizaba su cuerpo de tambor; a veces balanceaba su cabeza y sonaba como una campana. Con sus 6 patas bailaba zapateando y con sus pinzas chasqueaba los dedos.
Si la cangreja mayor, hacía todas esas cosas y más… imaginaos lo que hacían los 10 cangrejos a la vez. Música para el mundo. ¡Claro!.
Un día llegó a Soraie, (el pueblo de los cangrejos), un circo. Qué alegría. No se lo podían creer. Estaban los trapecistas, los malabaristas, los acróbatas, los payasos y para su sorpresa, había dos tigres. Elegantes y feroces. Con 101 rayas en su piel.
Los tigres se movían en silencio, muy despacio y cuando alguien se acercaba, le miraban fijamente y le enseñaban sus afilados dientes. Si alguien se acercaba mucho, lanzaban sus garras al aire y rugían ferozmente. Daban mucho miedo.
Desde la playa se veía la jaula de los tigres en el borde del acantilado,
La banda del cangrejo no entendía porque los tigres estaban en el circo. Los tigres pertenecían a la selva y por eso decidieron ir a verlos de cerca.
Cuando la banda del cangrejo llegó, los tigres rugieron. Los cangrejos empezaron a castañear sus pinzas por el miedo, pero como eran grandes músicos, de sus pinzas salieron los ritmos de una canción que a los tigres les dejo primero mudos y luego sonrientes. Comenzaron a bailar como bailan los tigres cuando están contentos y cuando la música paró, pidieron más.
Así se hicieron amigos los cangrejos y los tigres y así supieron que habían sido enjaulados y obligados a trabajar en el circo.
Aprovechando la noche, los cangrejos antes de que cantara el gallo, habían abierto la cerradura.
Los tigres eran ya libres, solo tenían que saltar, pero cuando los tigres se asomaron a la puerta, vieron que tenían que saltar al mar y todo el mundo excepto los cangrejos sabía que a los tigres les da miedo el mar.
Porque en la selva no hay mar y cuando vieron tanta agua que rugía y golpeaba con sus olas las rocas, los tigres que eran los más valientes de la selva, tuvieron miedo a lo desconocido.
Los cangrejos que no se daban por vencidos, se cogieron todos de la mano y los que estaban en las esquinas pellizcaron y se agarraron a las orejas de los dos tigres. Les explicaron que el mar era blando y que para nadar en el, solo tenían que relajarse y hacer música con su cuerpo y con su boca. Ellos les ayudarían a nadar.
Y todos a una saltaron y nadaron, al ritmo de aaaaa…fuuuú, aaaaaa…fuuuú, aaaaa..fuuuú… Inspirando y expirando mientras flotaban relajados y movían sus patas hasta llegar a la orilla.
Los tigres que no sabían como dar las gracias infinitas, muy suavemente con sus afiladas uñas hicieron 101 rayas en los caparazones de los cangrejos y por eso hoy en día, todo el mundo conoce a la gran banda de música de los cangrejos tigre.