Un Koan
¿Qué quería? Pregunto el discípulo al maestro al ver que el joven que había llamado a las puertas del monasterio se alejaba en el camino.
– Comprender.
– Y ¿Por qué se va?
– Me ha pedido que le enseñara el camino de la iluminación.
Le he preguntado porque quería alcanzarla y me ha respondido que buscaba su poder. Que cuando comenzó su viaje estaba buscando a alguien. Ese alguien no apareció y siguió buscando algo. No encontró nada que le llamara la atención suficiente y volvió al camino buscando emociones hasta que empezaron a repetirse y el aburrimiento le llevó a buscar respuestas. Las repuestas le llevaron siempre a nuevas preguntas y el círculo se convirtió en un trayecto que recorría el infinito.
Y así llego un momento en que dejó de buscar ya que se dio cuenta de que su viaje siempre había sido una búsqueda de poder. El poder sobre alguien. El poder de los que tienen. El poder de los que sufren. El poder de los que saben. Incluso hubo un momento en que mientras buscaba el poder de los que sufren creía que buscaba el poder del amor.
– En este punto me he visto obligado a preguntarle: ¿Qué crees que es el poder?
– El poder es perderlo todo. Renunciar a todo, abandonando así el miedo. Quien no necesita nada, nada tiene que perder. Quien no necesita nada, nada tiene para pedir. Cuando alguien es capaz de renunciar a todo, no siente miedo porque nada le afecta. El poder de la renuncia hace a los hombres felices, lo tienen todo porque no necesitan nada más que lo que ya tienen y esa felicidad les da la capacidad de amar universalmente y sólo aquellos que alcanzan la iluminación son capaces de hacerlo. Son los que tienen ese poder tan grande. Por eso quiero alcanzarla. No quiero el poder del dinero. No quiero el poder de la fuerza. No quiero el poder de la víctima… No quiero un poder mediocre. Quiero el poder más grande, el poder del amor, que es el único que te da la felicidad.
– Y ¿Cómo piensas amar a todo el mundo encerrándote en este monasterio?
¿ Cómo vas a renunciar a todo si sigues buscando?